La importancia de estar intrínsecamente motivado.
Hoy con ser excelentes no basta, como sociedad evolucionada que somos, necesitamos de aquellas personas intrínsecamente motivadas, aquellas que más allá de su situación social o económica, están dispuestas a avanzar, aquellas que son “genes sociales evolucionadores” y que marcan y definen las diferencias entre una sociedad u otra.
Siempre he admirado la capacidad y visión de negocio de los Estados unidos. Desde mi punto de vista uno de los hechos más relevantes de su sociedad, es la capacidad intrínseca de motivación: La constante búsqueda de la ventaja competitiva más allá de la necesidad del momento, ciclos económicos o niveles de bienestar.
En nuestro País, en estos últimos tiempos de crecimiento y bonanza (arrasados por una crisis profunda), hemos podido constatar la necesidad de la motivación social, de disponer de una sociedad en pos de la mejora social y económica continua, como motor de la misma.
La frase “por primera vez los hijos van a vivir peor que los padres”, se ha convertido en una de las estrellas de la crisis: Ciertamente no es una frase muy halagüeña sobre el futuro que nos espera, pero (si me permiten expresarlo), también refleja la sobreprotección, alineación e intervención a la que muchos padres sometemos a nuestros hijos: Alelándolos y anulando la fuerza evolutiva que toda sociedad y sus integrantes necesitan, más allá de la necesidad puntual o estructural del momento.
¿Podemos los padres tener bajo nuestras espaldas la responsabilidad de que nuestros hijos vivan mejor que nosotros?, ¿o quizás nuestra responsabilidad radica en situar a nuestros hijos en una plataforma de lanzamiento, formados y con criterio propio, visión y misión social, con responsabilidad hacia el futuro y la confianza y responsabilidad plena de que éste solo está en sus manos?.
Nunca hemos dispuesto de generaciones de Españoles también formados y preparados para el futuro, pero desgraciadamente la frase “vivirán peor que sus padres” parece cumplirse. ¿Qué está fallando? ¿Podemos achacarla a la crisis o realmente es un indicador de que socialmente algo profundo no funciona?
Siempre he sostenido que “la excelencia anula la competencia”, nos hemos preocupado de que las nuevas generaciones sean lo más excelentes posibles, que estén bien formadas y lo mejor preparadas posible para aquello que entendemos como futuro, pero nos hemos olvidado de hacerlas competentes, hoy con ser excelentes no basta. Es el espíritu competitivo lo que hace que una persona esté intrínsecamente motivada: ¿Qué vivirán peor que sus padres…y qué? ¿Se lo han merecido? ¿Realmente les motiva vivir mejor que sus padres o lo consideran un derecho adquirido?
Soportamos mal el hecho de que nuestros hijos marchen a trabajar “al extranjero”, ¿hay algo mejor para un hijo que poder escoger?, ciertamente en muchos casos este “escoger” viene forzado por la precaria situación económica, pero al fin y al cabo escogen. Lo que nos debería preocupar es que los “extranjeros” escojan venir a vivir a España.
Vivimos en una economía abierta, deberíamos aceptar como normal la movilidad de profesionales y deberíamos luchar por “ser escogidos” por aquellas personas competentes y motivadas que pueden elegir su futuro y lugar de trabajo. Muchos “nos escogen” para formarse (disponemos de algunas de las mejores escuelas de negocios), pero pocos se quedan, ¿Qué hacemos para que ello ocurra?
Si han probado en contratar a un MBA que ha venido a formarse, sabrán de a lo que me refiero; nada puede ser más complejo, poco puede ser más absurdo: Formamos para que otros exploten y amorticen.
Ciertamente cuando “somos escogidos” o estamos frente a alguien intrínsecamente motivado, estamos frente a un diamante en bruto, frente a un gen evolucionador de nuestra sociedad y economía, frente a alguien a quien deberíamos proteger, respetar y escuchar. Son un bien escaso y necesario: ¡Cuidémoslo¡